Análisis: La Pedagogía del Oprimido
Como historiador he internalizado una ley universal
a la hora de estudiar y analizar un hecho, y es que “la historia la escriben los
vencedores y no los vencidos”; partiendo de esto, se despliega todo una
andamiaje histórico, cultural, político, social y educativo, es decir, bajo las
miradas de los vencedores se construye la sociedad, ya que fueron éstos (los
vencedores) los que lograron imponerse sobre otros.
Es aquí donde la educación forma un
papel crucial y fundamental, ya que la construcción de la nueva sociedad se
afianza en la ideologización/educación del que tiene el saber o por lo menos
del que construye el saber, para así fundamentar las bases y la conciencia de
la nueva ciudadanía, el cual, debe ser capaz de generar sentido de pertenencia
en función de un conocimiento histórico, que como dije antes se logra a través
de la visión del “ganador”; de esta
forma se constituyeron todas las civilizaciones conocidas; desde Grecia hasta
Venezuela, se conformaron las naciones en función de las diferentes visiones
que se fueron imponiendo y que de una u otra manera es un proceso humano que no
acabará, ya que parte de ser humano es afirmar que tenemos la verdad, puesto
que nuestra Fe y nuestras ideas son más poderosas que la realidad.
Ahora bien, es importante que nos
ubiquemos en el tiempo actual, ya que, si hacemos una retrospectiva nos
encontramos con el hecho de que siempre han existido voces que han contado y
relatado la historia del vencido o como diría Freire del “oprimido”, es solo que no contaron con nuestro tiempo donde desde
múltiples plataformas podemos replicar y multiplicar nuestras voces, haciendo
que éstas se escuchen hasta en los lugares más inhóspitos del planeta gracias a
los medios de comunicación social y a las redes sociales que hoy en día son
masivos y globalizados.
Continuando y retomando con lo
anterior, debo decir que Bartolomé de las Casas es conocido como el historiador
de las Indias, el cuál fue capaz de elevar el auxilio de los indígenas a la
sociedad, pero lamentablemente para ese momento, era interés de pocos lo que
ocurría con los nativos de América, por lo que su voz se apagó o simplemente se
desvaneció. Por lo que, a la hora de educar, se hacía en función del dominante
generando así una esclavitud que duro por cientos de años, donde el
esclavizador fue educado y formado para no sentir ningún tipo de dolor o
remordimiento ante actos inhumanos y hasta macabros, puesto que el esclavo tenía
menos valor que un simple objeto.
Lo positivo de todo, es que las
sociedades siempre logran evolucionar y reponerse ante sus errores, y todo
gracias a la educación, ya que la sociedad como tal comienza a ver las
consecuencias de sus actos y de esta forma se recurre nuevamente a la educación
para reformar y reeducar a las nuevas generaciones para que éstos sean capaces
de resarcir y revertir el daño causado.
De igual
forma la sociedad mundial ha evolucionado de tal manera que nos ha permitido
estar un paso más adelante antes que las cosas ocurran y en gran medida gracias
a la Educación, que nos ha hecho ver y entender nuestros terribles errores, y
digo “nos ha hecho” porque así como
somos poseedores del pecado original de Adán y Eva, de igual forma somos
poseedores de un pasado cuyas consecuencias también nos atañen.
Todo ello se ha trasformado en
diferentes derechos que como humanos, personas y ciudadanos poseemos hoy en
día, pero gracias en gran medida a los errores de los cuales hemos aprendido y
que es la educación la que ha permitido poder entender y comprender dichas
consecuencias, donde entre otras cosas son los mismo vencedores los que han
sido capaz de criticar y señalar sus propias acciones, creando una brecha en “la verdad”, creando en la población la
necesidad de escuchar la otra versión, la que nadie escucha o “la que no conviene contar”,
transformando y reconfigurando así nuestra cosmovisión.
De esta manera se han conformado y obtenido una
serie de derechos que nos permiten asimilar e internalizar que somos iguales y
que como iguales debemos tratarnos, donde a través de la educación se refuerzan
estos valores trasformados en derechos para poder superar las viejas creencias
que como humanos y como iguales no esclavizaron; de esta forma el oprimido deja
de ser oprimido para entenderse como igual; como ejemplo tenemos a las llamadas
“minorías” como lo son las personas de color, la mujer, los homosexuales, los
judíos, entre otros; quienes a mi entender no son grupos minoritarios, sino por
el contrario son un grupo de personas bastante numerosos cuyas voces tienen la
potencia suficiente para ser escuchadas.
Si en algo estoy de acuerdo con
Freire es que “la educación libera”,
pero considero que “la pedagogía del oprimido”
aunque cierta en muchos aspectos, no logró reprimir la conciencia de las
sociedades, y esto se puede evidenciar en diferentes pasajes de la historia;
desde la reforma cristiana, pasando por las caídas de las monarquías absolutas
y llegando a las independencias americanas, es bien conocido y estudiado que la
educación del vencedor no pudo controlar ni ideologizar a las generaciones
futuras que lograron ver, entender y reflexionar la acción de sus sucesores
estableciendo una ruptura en sus tiempos, creando una barrera en sus
conciencias que les permitiera revertir lo ocurrido, generando las primeras
bases del humanismo de hoy, el cual se presenta aún como una corriente en
construcción.
Todo esto es posible gracias a la
praxis de los docentes y actores que participan en la conformación ideológica
de las sociedades, entendiendo praxis como una reflexión y acción de los
hombres sobre el mundo para transformarlo. En este sentido la acción del
docente se presenta como fundamental, puesto que su acción es asimilada y
multiplicada por la cantidad de alumnos que posea y es aquí donde tiene la
responsabilidad de guiar a las futuras generaciones mediante sus reflexiones,
las cuales tendrán un efecto rebote y depende de la forma que sean llevadas,
tendrán la capacidad de convertir a esas generaciones en opresores, oprimidos y
o por el contrario en humanos.
Concuerdo además, con la
explicación, aunque difusa, que da Freire de la conciencia, cuando dice que:
“la conciencia puede desprenderse de él hombre, liberarse y objetivar,
transustanciando, el medio físico en un mundo humano… Es un comportarse del
hombre frente al medio que lo envuelve, transformándolo en un mundo humano”, y
en esto me detengo para traer a colación al autor Edgar Morín, que en lo
particular considero que es un gran exponente moderno del humanismo y se
manifiesta en su libro: “Los 7 Saberes Necesarios a la Educación del
Futuro”, donde establece la educación como una herramienta que
concientiza a la humanidad, la educa, la iguala y la une.
De
esta manera, la educación, vista por Edgar Morín, debe
cambiar sus paradigmas y planteamientos debido a la llegada de un nuevo milenio
que trae consigo problemas mundiales que deben ser resueltos necesariamente
bajo un enfoque global y no particular; por ende, se plantean siete pasos,
problemas o como los cataloga el autor, 7 saberes necesarios que deben ser
asumidos a la educación del futuro, para cambiar el rumbo del planeta, ya que
la educación es el principal instrumento que se requiere para generar un cambio
en la población.
Dichos saberes se establecen en 7 procesos
que son: 1.- Las Cegueras del Conocimiento; 2.- Los Principios de un
Conocimiento Pertinente; 3.- Enseñar la Condición Humana; 4.- Enseñar la
Identidad Terrenal; 5.- Enfrentar las Incertidumbres; 6.- Enseñar la
Comprensión; 7.- La Ética del Género Humano.
En
este sentido, Morín propone una visión más humana y solidaria de la educación,
estableciendo un nuevo concepto de identidad, traspasando los paradigmas
establecidos hasta ahora sobre ese precepto y proponiendo una identidad global,
planetaria, donde nos entendamos como ciudadanos del mundo, y bajo esa
perspectiva trabajar en conjunto, unificando las distintas corrientes y
especialidades en función del bien común, el bien colectivo o si se quiere,
tratar de hacer realidad el cliché o utopía de “LA PAZ MUNDIAL”.
Es
importante resaltar que para lograr dicho propósito, se presenta como necesario
solo “La Enseñanza”, una enseñanza planteada desde la humildad, la empatía y el
reconocimiento de unos sobre otros; donde el docente debe ser el guía y generar
cambios actitudinales mediante el entendimiento de un mundo global y particular
a la vez, donde todo está entrelazado y por ende nos afecta directa o
indirectamente; por ello, se deben formar y preparar ciudadanos planetarios o
ciudadanos del mundo, capaces de romper las barreras de las especialidades y
unificar conocimientos en busca de solventar problemas a gran escala que nos
atañen como lo es la alimentación, la salud, las guerras, las catástrofes
naturales, entre muchas otras.
Es
por ello, que enseñar la condición humana, la identidad terrenal, la
comprensión y la ética humana se plantean como los bastiones de un conocimiento
más humano, más sensible y por sobre todo necesarios, ya que hoy en día se nos
enseña una gran variedad de conocimientos que nos permiten crear y desarrollar,
pero también nos permiten o nos hacen aislados y ensimismados en nuestros
propios problemas, la cual se plantea como la principal crítica del humanismo.
De esta manera Freire y Morín concuerdan en que es necesario humanizar al mundo
y crear una conciencia mundial.
Y
es de esta manera que se presenta una nueva visión de la educación, donde se
nos enseñe el mismo conocimiento pero bajo una visión más terrenal y solidaria,
que nos permita a la vez salir de la isla del conocimiento y convertirnos en
conocedores más humanos capaces de aportar soluciones a problemas colectivos y
por sobre todo mundiales; asentando así las bases el paradigma humanista.
De
esta forma se puede establecer en el hombre una conciencia donde el este se
reconozca como un actor que elabora, construye, modifica y vive en el mundo,
que entienda que él es constructor de su porvenir y devenir siendo así
responsable de su transcurrir, es decir, de su historia; para así entender la
conciencia vista por Freire como una herramienta que permita la práctica de la
libertad, ya que la esencia humana cobra existencia autodescubriéndose como
historia.
Y
es acá cuando el hombre comienza a establecer un sinfín de símbolos cuyo
significado se establece en palabras que conforman y conceptualizan el mundo
según la cosmovisión de sus creadores, los cuales establecen un reconocimiento
de unos sobre otros al pronunciarlas, asimilarlas y aceptarlas como suyas, estableciendo
así una conexión y comunicación entre todos y que permite además una formar una
identidad.
Es
entonces la palabra, tan poderosa, que es usada como un elemento de arrastre,
de masificación, de reencuentro que permite dominar, imponer o igualar, encontrando
en la educación el nicho por excelencia que permite formar, desarrollar e
ideologizar a sociedades completas según los ideales del que establece el que,
y el porqué de la palabra; estableciendo una pedagogía para el oprimido y
desvirtuando la finalidad de la educación, que es liberar.
Es
por ello que como docentes tenemos el deber y la difícil tarea de contribuir
con la evolución de las sociedades a través de nuestras praxis, donde seamos
capaces de trasmitir un conocimiento más humano, que permite la reflexión, el
análisis y la crítica; pero que por sobre todas las cosas permita que las
nuevas generaciones se vean como iguales y como tal se establezcan como norte
la humanidad y sean capaces además de ver los problemas como humanos y no como
individuos, y como tal unirse para resolverlos, donde esta forma se vuelvan más
solidarios y sensibles ante los problemas del otro.
Como
docentes además, tenemos la imperiosa necesidad de hacer del alumno un ente
activo en la mediación de aprendizajes, erradicando por completo lo que
denomina Freire como “la educación bancaria”, ya que el alumno debe ser
constructor, capaz de descomponer y recomponer los conocimientos para de esta
forma internalizar y asimilar lo que se le presenta, pero que esta asimilación surja
de su interior para generar un cambio conductual y así poder lograr lo antes
planteado.
Dejando a un lado de esta forma, la
cultura del dominante y dominado, entendiendo la pedagogía del hombre como una
pedagogía humanista y liberadora; donde se comienza a descubrir el mundo y se
van comprometiendo en la praxis con sus transformaciones.
Es
fundamentalmente necesario que como humanos, entendamos que vivimos dentro de
un organismo viviente capaz de proveernos de todo lo necesario para la vida, la
cual llamamos TIERRA, por ello, es imperante la necesidad de un transformación
social, donde nos veamos como agentes involucrados y afectados en las
diferentes circunstancia que presenta el mundo hoy en día. Para ello, la educación se presenta como
el engrane más importante de una gran maquinaria, que se debe plantear como el
principal elemento capaz de permitir dicha transformación.
De
esta manera, es necesario que la educación vele porque la unidad de la especia
humana no elimine su diversidad y viceversa, ya que como especie nos movemos en
diferentes esferas que son, la individual, la social y la cultural, quienes a
la vez se fragmentan y se complementan, lo que nos hace complejos y
antagónicos.
En
este sentido, es primordial que el reconocimiento de unos con otros, bajo una
identidad mundial o terrenal, sea otro propósito de la educación, generando la
visión de ciudadanía mundial, esto, sin eliminar las identidades nacionales,
regionales y locales, solo agregando una nueva visión al fusionarlas; para de esta
manera, dar un nuevo sentido al termino identidad y humanidad, que nos permita
llegar a la solidaridad, equidad, justicia, empatía y así lograr la tan ansiada
paz.
Esto se lograría al enseñar una
nueva historia, una “historia mundial” que presente la intolerancia en los
diferentes episodios del mundo cuyo resultado ha sido la opresión y dominación y que ello aún no ha
desaparece y cada vez se hace más fuerte y latente, de esta forma presentar la
crisis en la que se encuentra nuestro planeta y que a la vez tiene un efecto
global, ya que todos vivimos en una comunidad mundial.
Si
conocemos el legado del siglo XX, el cual nos ha dejado, guerras, masacres,
esclavitud, xenofobia y odio producto de una “racionalidad” mal direccionada,
absurda e individual, que nos ha dejado como herencia la muerte, podremos ser
capaces de establecer la esperanza bajo el término de ciudadanía terrenal con
conciencia mundial, donde la premisa fundamental es la unión del planeta cuya
bandera es la supervivencia de la especie, entendiéndonos como inter y co-dependientes de un
mismo elemento, La Tierra. Para así, establecer la comprensión en todo el
sentido de la palabra, como medio y fin de nuestra condición, que permita a la
vez reeducar nuestra enseñanza y desarrollar una reforma en las nuevas mentes
que permita una “comprensión” mutua entre los humanos y sus relaciones.
Por ello, comprender, es aprender y
re-aprender de forma permanente; donde la educación debe, valga la redundancia,
educar bajo una ética humana que permita verse al hombre/mujer dentro de una
sociedad, cultura y especie, que fomente la concepción de la humanidad dentro
de una comunidad mundial y/o planetaria, con una conciencia común y con una
solidaridad planetaria. En este sentido, es imperante el logro de una
transformación en la educación que fomente a su vez, una transformación y unión
de las sociedades.
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