martes, 14 de mayo de 2013

La Pedagogía del Oprimido



Análisis: La Pedagogía del Oprimido

Como historiador he internalizado una ley universal a la hora de estudiar y analizar un hecho, y es que “la historia la escriben los vencedores y no los vencidos”; partiendo de esto, se despliega todo una andamiaje histórico, cultural, político, social y educativo, es decir, bajo las miradas de los vencedores se construye la sociedad, ya que fueron éstos (los vencedores) los que lograron imponerse sobre otros.
            Es aquí donde la educación forma un papel crucial y fundamental, ya que la construcción de la nueva sociedad se afianza en la ideologización/educación del que tiene el saber o por lo menos del que construye el saber, para así fundamentar las bases y la conciencia de la nueva ciudadanía, el cual, debe ser capaz de generar sentido de pertenencia en función de un conocimiento histórico, que como dije antes se logra a través de la visión del “ganador”; de esta forma se constituyeron todas las civilizaciones conocidas; desde Grecia hasta Venezuela, se conformaron las naciones en función de las diferentes visiones que se fueron imponiendo y que de una u otra manera es un proceso humano que no acabará, ya que parte de ser humano es afirmar que tenemos la verdad, puesto que nuestra Fe y nuestras ideas son más poderosas que la realidad.
           Ahora bien, es importante que nos ubiquemos en el tiempo actual, ya que, si hacemos una retrospectiva nos encontramos con el hecho de que siempre han existido voces que han contado y relatado la historia del vencido o como diría Freire del “oprimido”, es solo que no contaron con nuestro tiempo donde desde múltiples plataformas podemos replicar y multiplicar nuestras voces, haciendo que éstas se escuchen hasta en los lugares más inhóspitos del planeta gracias a los medios de comunicación social y a las redes sociales que hoy en día son masivos y globalizados.
            Continuando y retomando con lo anterior, debo decir que Bartolomé de las Casas es conocido como el historiador de las Indias, el cuál fue capaz de elevar el auxilio de los indígenas a la sociedad, pero lamentablemente para ese momento, era interés de pocos lo que ocurría con los nativos de América, por lo que su voz se apagó o simplemente se desvaneció. Por lo que, a la hora de educar, se hacía en función del dominante generando así una esclavitud que duro por cientos de años, donde el esclavizador fue educado y formado para no sentir ningún tipo de dolor o remordimiento ante actos inhumanos y hasta macabros, puesto que el esclavo tenía menos valor que un simple objeto.
            Lo positivo de todo, es que las sociedades siempre logran evolucionar y reponerse ante sus errores, y todo gracias a la educación, ya que la sociedad como tal comienza a ver las consecuencias de sus actos y de esta forma se recurre nuevamente a la educación para reformar y reeducar a las nuevas generaciones para que éstos sean capaces de resarcir y revertir el daño causado.
 De igual forma la sociedad mundial ha evolucionado de tal manera que nos ha permitido estar un paso más adelante antes que las cosas ocurran y en gran medida gracias a la Educación, que nos ha hecho ver y entender nuestros terribles errores, y digo “nos ha hecho” porque así como somos poseedores del pecado original de Adán y Eva, de igual forma somos poseedores de un pasado cuyas consecuencias también nos atañen.
            Todo ello se ha trasformado en diferentes derechos que como humanos, personas y ciudadanos poseemos hoy en día, pero gracias en gran medida a los errores de los cuales hemos aprendido y que es la educación la que ha permitido poder entender y comprender dichas consecuencias, donde entre otras cosas son los mismo vencedores los que han sido capaz de criticar y señalar sus propias acciones, creando una brecha en “la verdad”, creando en la población la necesidad de escuchar la otra versión, la que nadie escucha o “la que no conviene contar”, transformando y reconfigurando así nuestra cosmovisión.
           De esta manera se han conformado y obtenido una serie de derechos que nos permiten asimilar e internalizar que somos iguales y que como iguales debemos tratarnos, donde a través de la educación se refuerzan estos valores trasformados en derechos para poder superar las viejas creencias que como humanos y como iguales no esclavizaron; de esta forma el oprimido deja de ser oprimido para entenderse como igual; como ejemplo tenemos a las llamadas “minorías” como lo son las personas de color, la mujer, los homosexuales, los judíos, entre otros; quienes a mi entender no son grupos minoritarios, sino por el contrario son un grupo de personas bastante numerosos cuyas voces tienen la potencia suficiente para ser escuchadas.
            Si en algo estoy de acuerdo con Freire es que “la educación libera”, pero considero que “la pedagogía del oprimido” aunque cierta en muchos aspectos, no logró reprimir la conciencia de las sociedades, y esto se puede evidenciar en diferentes pasajes de la historia; desde la reforma cristiana, pasando por las caídas de las monarquías absolutas y llegando a las independencias americanas, es bien conocido y estudiado que la educación del vencedor no pudo controlar ni ideologizar a las generaciones futuras que lograron ver, entender y reflexionar la acción de sus sucesores estableciendo una ruptura en sus tiempos, creando una barrera en sus conciencias que les permitiera revertir lo ocurrido, generando las primeras bases del humanismo de hoy, el cual se presenta aún como una corriente en construcción.
            Todo esto es posible gracias a la praxis de los docentes y actores que participan en la conformación ideológica de las sociedades, entendiendo praxis como una reflexión y acción de los hombres sobre el mundo para transformarlo. En este sentido la acción del docente se presenta como fundamental, puesto que su acción es asimilada y multiplicada por la cantidad de alumnos que posea y es aquí donde tiene la responsabilidad de guiar a las futuras generaciones mediante sus reflexiones, las cuales tendrán un efecto rebote y depende de la forma que sean llevadas, tendrán la capacidad de convertir a esas generaciones en opresores, oprimidos y o por el contrario en humanos.
            Concuerdo además, con la explicación, aunque difusa, que da Freire de la conciencia, cuando dice que: “la conciencia puede desprenderse de él hombre, liberarse y objetivar, transustanciando, el medio físico en un mundo humano… Es un comportarse del hombre frente al medio que lo envuelve, transformándolo en un mundo humano”, y en esto me detengo para traer a colación al autor Edgar Morín, que en lo particular considero que es un gran exponente moderno del humanismo y se manifiesta en su libro: “Los 7 Saberes Necesarios a la Educación del Futuro”, donde establece la educación como una herramienta que concientiza a la humanidad, la educa, la iguala y la une.
            De esta manera, la educación, vista por Edgar Morín, debe cambiar sus paradigmas y planteamientos debido a la llegada de un nuevo milenio que trae consigo problemas mundiales que deben ser resueltos necesariamente bajo un enfoque global y no particular; por ende, se plantean siete pasos, problemas o como los cataloga el autor, 7 saberes necesarios que deben ser asumidos a la educación del futuro, para cambiar el rumbo del planeta, ya que la educación es el principal instrumento que se requiere para generar un cambio en la población.
            Dichos saberes se establecen en 7 procesos que son: 1.- Las Cegueras del Conocimiento; 2.- Los Principios de un Conocimiento Pertinente; 3.- Enseñar la Condición Humana; 4.- Enseñar la Identidad Terrenal; 5.- Enfrentar las Incertidumbres; 6.- Enseñar la Comprensión; 7.- La Ética del Género Humano.
En este sentido, Morín propone una visión más humana y solidaria de la educación, estableciendo un nuevo concepto de identidad, traspasando los paradigmas establecidos hasta ahora sobre ese precepto y proponiendo una identidad global, planetaria, donde nos entendamos como ciudadanos del mundo, y bajo esa perspectiva trabajar en conjunto, unificando las distintas corrientes y especialidades en función del bien común, el bien colectivo o si se quiere, tratar de hacer realidad el cliché o utopía de “LA PAZ MUNDIAL”.
Es importante resaltar que para lograr dicho propósito, se presenta como necesario solo “La Enseñanza”, una enseñanza planteada desde la humildad, la empatía y el reconocimiento de unos sobre otros; donde el docente debe ser el guía y generar cambios actitudinales mediante el entendimiento de un mundo global y particular a la vez, donde todo está entrelazado y por ende nos afecta directa o indirectamente; por ello, se deben formar y preparar ciudadanos planetarios o ciudadanos del mundo, capaces de romper las barreras de las especialidades y unificar conocimientos en busca de solventar problemas a gran escala que nos atañen como lo es la alimentación, la salud, las guerras, las catástrofes naturales, entre muchas otras.
Es por ello, que enseñar la condición humana, la identidad terrenal, la comprensión y la ética humana se plantean como los bastiones de un conocimiento más humano, más sensible y por sobre todo necesarios, ya que hoy en día se nos enseña una gran variedad de conocimientos que nos permiten crear y desarrollar, pero también nos permiten o nos hacen aislados y ensimismados en nuestros propios problemas, la cual se plantea como la principal crítica del humanismo. De esta manera Freire y Morín concuerdan en que es necesario humanizar al mundo y crear una conciencia mundial.
Y es de esta manera que se presenta una nueva visión de la educación, donde se nos enseñe el mismo conocimiento pero bajo una visión más terrenal y solidaria, que nos permita a la vez salir de la isla del conocimiento y convertirnos en conocedores más humanos capaces de aportar soluciones a problemas colectivos y por sobre todo mundiales; asentando así las bases el paradigma humanista.
De esta forma se puede establecer en el hombre una conciencia donde el este se reconozca como un actor que elabora, construye, modifica y vive en el mundo, que entienda que él es constructor de su porvenir y devenir siendo así responsable de su transcurrir, es decir, de su historia; para así entender la conciencia vista por Freire como una herramienta que permita la práctica de la libertad, ya que la esencia humana cobra existencia autodescubriéndose como historia.
Y es acá cuando el hombre comienza a establecer un sinfín de símbolos cuyo significado se establece en palabras que conforman y conceptualizan el mundo según la cosmovisión de sus creadores, los cuales establecen un reconocimiento de unos sobre otros al pronunciarlas, asimilarlas y aceptarlas como suyas, estableciendo así una conexión y comunicación entre todos y que permite además una formar una identidad.
Es entonces la palabra, tan poderosa, que es usada como un elemento de arrastre, de masificación, de reencuentro que permite dominar, imponer o igualar, encontrando en la educación el nicho por excelencia que permite formar, desarrollar e ideologizar a sociedades completas según los ideales del que establece el que, y el porqué de la palabra; estableciendo una pedagogía para el oprimido y desvirtuando la finalidad de la educación, que es liberar.
Es por ello que como docentes tenemos el deber y la difícil tarea de contribuir con la evolución de las sociedades a través de nuestras praxis, donde seamos capaces de trasmitir un conocimiento más humano, que permite la reflexión, el análisis y la crítica; pero que por sobre todas las cosas permita que las nuevas generaciones se vean como iguales y como tal se establezcan como norte la humanidad y sean capaces además de ver los problemas como humanos y no como individuos, y como tal unirse para resolverlos, donde esta forma se vuelvan más solidarios y sensibles ante los problemas del otro.
Como docentes además, tenemos la imperiosa necesidad de hacer del alumno un ente activo en la mediación de aprendizajes, erradicando por completo lo que denomina Freire como “la educación bancaria”, ya que el alumno debe ser constructor, capaz de descomponer y recomponer los conocimientos para de esta forma internalizar y asimilar lo que se le presenta, pero que esta asimilación surja de su interior para generar un cambio conductual y así poder lograr lo antes planteado.
            Dejando a un lado de esta forma, la cultura del dominante y dominado, entendiendo la pedagogía del hombre como una pedagogía humanista y liberadora; donde se comienza a descubrir el mundo y se van comprometiendo en la praxis con sus transformaciones.
Es fundamentalmente necesario que como humanos, entendamos que vivimos dentro de un organismo viviente capaz de proveernos de todo lo necesario para la vida, la cual llamamos TIERRA, por ello, es imperante la necesidad de un transformación social, donde nos veamos como agentes involucrados y afectados en las diferentes circunstancia que presenta el mundo hoy en  día. Para ello, la educación se presenta como el engrane más importante de una gran maquinaria, que se debe plantear como el principal elemento capaz de permitir dicha transformación.
De esta manera, es necesario que la educación vele porque la unidad de la especia humana no elimine su diversidad y viceversa, ya que como especie nos movemos en diferentes esferas que son, la individual, la social y la cultural, quienes a la vez se fragmentan y se complementan, lo que nos hace complejos y antagónicos.
En este sentido, es primordial que el reconocimiento de unos con otros, bajo una identidad mundial o terrenal, sea otro propósito de la educación, generando la visión de ciudadanía mundial, esto, sin eliminar las identidades nacionales, regionales y locales, solo agregando una nueva visión al fusionarlas; para de esta manera, dar un nuevo sentido al termino identidad y humanidad, que nos permita llegar a la solidaridad, equidad, justicia, empatía y así lograr la tan ansiada paz.
            Esto se lograría al enseñar una nueva historia, una “historia mundial” que presente la intolerancia en los diferentes episodios del mundo cuyo resultado ha sido  la opresión y dominación y que ello aún no ha desaparece y cada vez se hace más fuerte y latente, de esta forma presentar la crisis en la que se encuentra nuestro planeta y que a la vez tiene un efecto global, ya que todos vivimos en una comunidad mundial.
Si conocemos el legado del siglo XX, el cual nos ha dejado, guerras, masacres, esclavitud, xenofobia y odio producto de una “racionalidad” mal direccionada, absurda e individual, que nos ha dejado como herencia la muerte, podremos ser capaces de establecer la esperanza bajo el término de ciudadanía terrenal con conciencia mundial, donde la premisa fundamental es la unión del planeta cuya bandera es la supervivencia de la especie, entendiéndonos como inter y co-dependientes de un mismo elemento, La Tierra. Para así, establecer la comprensión en todo el sentido de la palabra, como medio y fin de nuestra condición, que permita a la vez reeducar nuestra enseñanza y desarrollar una reforma en las nuevas mentes que permita una “comprensión” mutua entre los humanos y sus relaciones.
            Por ello, comprender, es aprender y re-aprender de forma permanente; donde la educación debe, valga la redundancia, educar bajo una ética humana que permita verse al hombre/mujer dentro de una sociedad, cultura y especie, que fomente la concepción de la humanidad dentro de una comunidad mundial y/o planetaria, con una conciencia común y con una solidaridad planetaria. En este sentido, es imperante el logro de una transformación en la educación que fomente a su vez, una transformación y unión de las sociedades.

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